Mi yo mío


Me han enseñado a ser educado en mis presentaciones, pero soy tan tímido que no pretendan que les mire a los ojos mientras hablo. Aunque no cuenta si les miro de reojo, vale?

Mi nombre es Hugo y vivo en el mundo. No crean que he llegado de forma directa a esta afirmación, no. He intentado ser más concreto, pero teniendo en cuenta  la cantidad de países, provincias, regiones y otras cosas … me he liado y he decidio ser mundial, pero de pueblo –que eso sí lo tengo claro-  y también un “ciudadano”.

Ciudadano, ¡¡menuda palabreja!!, hago grandes esfuerzos para recordarla ….¿no sería mejor ser “mundialano”? porque yo no soy de una ciudad que soy de un pueblo. De un pueblo mundial, eso sí. Aunque esas palabras seguro que mi madre, que es muy lista porque lee mucho, no me las dejaría decir. Acaban en ¡¡“ano”!!

Tengo problemas ¿saben? Me gustaría ser un hombre, pero tan sólo llego a ser un hombrecillo. Valiente, deportista y decidido, aunque no tenga novia, ni pelos que, como dice mi abuelo, “¡Es el rasgo de los hombres de verdad!” y va a tener razón, pero ¿mis pelos en las piernas cuentan?

Soy castaño, de piel blanca, y con unas manchas odiosas que me están saliendo y no puedo borrar por más que me froto con la esponja a escondidas ¿serán los pelos que quieren salirme por las mejillas? ¡Ojalá! y así seré el hombre de verdad del que habla mi abuelo. Pero no sé si seré muy hombre con pelos debajo de los ojos ¡a saber!
Mi madre dice que esas manchas son pecas, pero ¿qué sabrá ella si no tiene pelos? Bueno sí, los de encima del labio pero ella los llama “pelusa”.

De aspecto soy muy delgado y estoy muy preocupado porque la talla de mis pantalones marca menos de mi edad. No así con el calzado, que ya uso un 36 y parezco una “alcayata, según el sabio de mi abuelo.

Mi padre, que es muy guapo, me llama “spaghetti boy” y aunque aún no tengo claro si es un nombre cariñoso o burlón, a mí me encantan los espaguetis y quizás de tanto comerlos se me ha puesto cuerpo de pasta. Y eso me hace pensar que mi amigo Antonio debe ponerse fino con tantas naranjas. Tan redondo está, que podría llegar rodando al colegio ¿lo habrá pensado alguna vez?

Y así es mi YO, que es mío y de nadie más. Mi madre dice que me quiere más que a nadie y será porque me horneó ella misma, como hace con los bizcochos ¿no?. Pero he salido tan blanco que dudo de ese día estuviera ya hecho.

Ruborizado me voy, pero les sigo mirando de reojo.

Soy yo




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