¿Y tú me oyes? Cosas de madres e hijos


No sé si me ocurre a mí solo, o si es una situación recurrente en todos los hogares con niños, pero en mi casa, los adultos no hacen más que preguntarme si los oigo. Sí, sí, continuamente están con el “¿me oyes?” "¿me has oído?" y es como una obsesión –al igual que lo de lavarse las manos a todas horas-. ¡¡Caramba!!

A todos los padres y madres que me leen y quieran aprender a tratar con sus hijos, les daré la primera lección: una cosa es oír y otra, bien distinta, escuchar.

Yo oigo perfectamente, al igual que los niños de otras familias. Y también escuchamos muy bien, peeeeeeeeeeeeeeero tan sólo cuando nos interesa.

Y esto no sólo me ocurre a mí, o es que ¿mi padre le presta siempre atención a mi madre?, yo creo que no, por la de veces que ella se queja de que nadie la escucha. Quizás el problema no venga de la edad, sino de que soy chico, y nosotros tenemos los circuitos de escucha programados diferentes. Seguro que es eso, programación masculina en modo ON.

Sea como sea, yo selecciono los sonidos “interesantes” a escuchar, porque la vida está llena de ruido sonoro - basura acústica, que dice el sabio de mi abuelo –. Así que papá y mamá, no es necesario llevarme al pediatra a revisión, ni estar continuamente chasqueando los dedos cerca de mis oídos, o haciendo susurros, o, incluso, agitando sonajeros en diferentes estancias … Directa y claramente NO ME INTERESA LO QUE ME CUENTAS.

Una situación muy habitual en mi casa es estar entretenido en mis cosas, en mi habitación. Cuando de repente oigo la voz lejana y elevada de mi madre desde la cocina. No presto atención y sigo abstracto en mis quehaceres hasta que de repente, en lo que a mí me parecen unos segundos – y quizás sean minutos-, aparecen de nuevo unos rugidos lejanos que me resultan familiares … es mi madre, pero la soledad se ha apoderado de su voz que comienza a surgir de forma peculiarmente mandona y a gritos. Oigo incluso los pasos de sus zapatillas acercándose, cuando ¡zas! allí está ella, en la puerta de mi habitación, mi querida madre metamorfoseada en una mezcla de Mr Hyde y el Jorobado de Notre-Damme con los ojos fuera de órbitas.
Entonces yo, tembloroso, alzo la vista, y le digo:

- ¿Te gusta mamá? Es un castillo de Lego donde viviremos cuando seamos ricos - mientras esbozo la mejor de mis sonrisas.

Así que mi madre, recupera su compostura y su ser, me besa y abraza viendo en mí la proyección de un futuro gran arquitecto, y con la dicha en sus ojos, se vuelve, sin hablar, para la cocina.

Me oyes?


No sé qué quería ni que decía, pero no debía ser importante.

Como ésta, hay otras situaciones habituales en casa donde sufro la gran pregunta "¿me oyes?":

1. La llamada para comer

-  Huuuuuuuugo, a comer ¿me oyes?-

Vamos a ver, mamá, si la comida está rica, huele bien y es mi preferida, no hace falta que me llames a gritos a la mesa, ni siquiera que me insistas en lavarme (otra vez) las manos … el olor será una atracción tan fuerte que estaré sentado antes de que te des cuenta.

Sin embargo, si el apetitoso plato de pasta ha sido engullido por un nefasto repollo, no esperes que vaya corriendo, porque a quién le apetece comer esto. Aquí recurro a mi famoso “YA VOOOY”

2. Los saludos y despedida de las visitas

- Ven aquí a saludar a Fulanito y Menganita que acaban de llevar ¿me oyes?

Jolines, qué peloteo! Y luego lo mismo para cuando se van . Lo único bueno de estos saludos es que o traen regalos al llegar, o te dan dinero al irse.

3. Cambio de planes

No hay peor cosa que, cuando estás totalmente enfrascado en una actividad, venga un mayor y te la cambie. Ahí sí que no escucho nada de nada. Incluso apelo a la gran táctica de “MIRADA PERDIDA”, a ver si con mi abstracción los persuado del cambio (aunque pocas veces funciona).

Pero, amigos, yo también he de confesar que tengo una táctica para que, llamando yo, mi madre me oiga. Se trata de la LLAMADA DE VOCALES:

-  Maaaaaamiiiiiiii, neeceeeeesitoooooooo ayuuuuuudaaaaaa

A veces no es ayuda, sino simplemente conversación y compañía, porque la soledad no me gusta. Lo malo es que mi madre, que me conoce bien, aplica el “reconocimiento selectivo” y por más que insista no viene. Ella siempre juega con ventaja, por algo, es quién me parió.



Comentarios

  1. Mis hijas no escuchan directamente... hasta que me oyen contar... 1,2 y.... señal inéquivoca de que llevo cierto cabreo encima ;-o)

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  2. Jajaja, sí el contar es muy efectivo. Pero seguro que tú también haces tu "reconocimiento selectivo" ¿no es así?
    Gracias por pasarte, Txell. Me encanta contar contigo.

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  3. Respuestas
    1. Y que lo digas, Montserrat.
      Gracias por pasarte, me alegro de verte.

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  4. Qué bueno, interesante perspectiva de los peques.
    Es verdad que, con esto me incluyo yo misma, a veces tenemos tendencia a hacer una escucha selectiva, pero no me extraña con la de multitud de estímulos, ruidos, ... que recibimos por todos los lados y... a consecuencia, optamos por escuchar lo que realmente nos pueda interesar, además, no creo que nuestro cerebro pueda absorber toda información que nos llega, imposible!!! ...nos volveríamos locos!
    Supongo que las rutinas o situaciones ya cuotidianas refuerzan esta "programación modo ON" de los peques de la casa, y los no tan peques.
    Yo no tengo hijos pero si unos cuantos sobrinos que me traen loca (...en el muy buen sentido!!!).
    Yolanda, estoy enganchada a tus relatos.

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    1. No sabes la ilusión que me hace que estés enganchada. Para mí es un orgullo, y espero no defraudarte.
      Aunque no tengas hijos, los sobrinos te enseñan muchas cosas, y ¿quién no ha abusado del "ya vooooooooooy" aún siendo adulto?


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  5. Me suena de algo... Creo que todos hemos hecho lo mismo.
    Y un consejo para Hugo, a la primera llamada de "ven a comer", que no vaya, que le tocará poner la mesa... :-)
    Besos!

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  6. Como me suena tu historia querido Hugo, a mi hijo le ocurre igualito que a ti; un secreto: las mamás a veces tampoco escuchamos, y mas veces de lo que crees ponemos el piloto automático a nuestras respuestas.
    Sigue con tus castillos de Lego, y que el repollo se vaya enfriando.
    Un beso para tu mami y otro grande para ti.

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    1. Gracias Pilar por pasarte por aquí y por tu mensaje. Dile a tu hijo de mi parte, que estar en órbitas diferentes tiene sus ventajas y yo aquí me quedo.

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  7. Jajajjajajaja.... Vale, ya tengo la explicación de x qué Gololo y Toin pasan de mi olímpicamente ;p

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