Esa higiene en los niños ...

-          Hugo, ¿te has lavado las manos?, vamos a comer

-          ¡Pero si las tengo limpias de esta mañana!

-          Venga a lavarte!, que a saber qué habrás tocado en todo este tiempo

-          Jolines …

-       Ni jolines ni nada, y de paso lávate la cara. Seguro te la has tocado con las manos transfiriendo todos los gérmenes

Soy un niño, amigos, no un perro de aguas, así que lavarme me gusta lo justo. Diría, incluso, que el agua del grifo me da repelús en el cuerpo.

En verano me encanta la piscina, el mar, el río, incluso un pantano para jugar, nadar y hacer piruetas. En invierno lo único que me gusta es el balneario porque el agua está caliente, te hace flotar y te deja la piel suave de bebé –que dice mi madre-. Mi abuela dice que no vamos a bañarnos, que vamos a “tomar las aguas” pero yo no veo a nadie bebiéndosela. Será cosa de abuelos. 

El agua de los charcos – con diferencia- es mi preferida, pero esos no los puedo ni tocar si no quiero volver a casa “colorado”, ya me entienden.

La obsesión de mi madre por la higiene ha hecho que a veces deteste, incluso, ir a la piscina:

-          Hugo, hay que ducharse antes de entrar en el agua

-          Ya, pero todos esos niños se tiran sin más

-          Esos no sudan, y además, sus consecuencias futuras tendrán de no haberlo hecho

Y aquí ya, mi imaginación se dispara pensando en qué consecuencias negativas podrían tener esos niños sucios bañándose: “se pondrán azules por fuera”, “les saldrán manchas marrones donde la suciedad esté pegada a la piel”,  “se hundirán por el peso incorporado de la porquería” o “dejarán un surco amarillento por donde naden, como el del pis cuando se te escapa en la piscina”.

Fuese como fuese, el invento de la higiene no me gusta nada: ducharse a diario, lavarse la cara, limpiarse las manos a todas horas, y lo peor, cepillarse los dientes. Qué horror!

-     El niño, para su edad, debe cepillarse los dientes dos veces al día, señora. Y también será conveniente que empiece a pasarse el hilo dental para evitar una futura gingivitis – dijo el dentista hace unos días en la revisión

-         Gingiqué – pensé yo

-          Muy bien doctor. Gracias y hasta dentro de seis meses.

Una vez fuera de la consulta…

-          ¿Ves, lo ha dicho el doctor? Pues será mejor 3 veces al día y con hilo dental incluido.

-          Pero mamá, el doctor ha dicho …

-          Ni dicho, ni dicha. Tres veces porque lo digo yo. Ya verás lo contento que se pone el dentista cuando te vea en marzo con tus dientes súper limpios.

-          Pero yo quiero ser pirata de mayor, y tener los dientes negros!

 

No hay manera, mi madre hace como que no oye y cambia de canal tan rápidamente que cualquiera pensaría que lleva el mando de la mente en el bolso, entre el monedero y las llaves.

Así que amigos, no obsesionen a sus hijos con tanta limpieza, porque además de aborrecer la higiene, acabarán odiando el agua tanto como yo. Y si no es por ellos, piensen sino en el ecosistema y la ecología (este recurso tengo que usarlo con mi madre) porque en un futuro no muy lejano quién sabe si será un bien escaso a precio de oro. Así que preservemos los recursos y evitemos, desde ya,  los malos hábitos.