Alimentos básicos para niños

Cuando sea mayor, amigos, quiero ser cocinero. Pero no uno cualquiera de esos que salen en la tele llamando a Chicote para que les ayude. Yo voy a ser cocinero de estrella Michelin. Una, por lo menos!

Mi cocina se basará en productos aptos para niños y presentaciones creativas como si de un dibujo se tratara. Ofreceré desayunos y comidas. Cenas no, que son muy tarde y quiero ver Bob Esponja tranquilo.

Todos los niños sabemos qué grupos de alimentos debe tener nuestra pirámide nutricional para crecer sanos y, sobretodo, felices. Por lo tanto, mi restaurante tendrá en su carta:

Grupo 1. Alimentos amarillos. En esta categoría tenemos los zumos, los polos, los plátanos, los cacahuetes y los gusanitos o aspitos.

Grupo 2. Alimentos blancos. Pan normal, pasta (aquí mi última receta), pizza, nubes, leche y palomitas.

Grupo 3. Galletas. De todos los colores, formas y tamaños. Se admiten saladas y dulces.

Grupo 4. Chocolate. A discreción.

Grupo 5. Queso. Si ven, amigos, un queso en un programa de cocina de la tele o en un blog de recetas, ese no es. Sólo hay dos tipos de queso apropiados para nosotros los niños: los quesitos El Caserío y los Mini Babybel.

Al igual que hay un horario de atención y un grupo de alimentos a cocinar, también habrá unas reglas de comportamiento en mi restaurante:

a) No será obligatorio al hablar escuchar a los demás y se permitirán las interrupciones.

b) Descuidaremos el uso apropiado de los cubiertos (no digamos los dichosos palillos orientales).

c) Obviaremos dónde es mejor dejar nuestro vaso e, incluso, qué se hace con la otra mano.

d) No será obligatorio probar alimentos nuevos, y en caso de querer hacerlo, podrá echarse kétchup sobre toda la comida.

e) No trataremos de acabar limpios, porque sabemos que donde hay una mancha hay una alegría.

f) Y por último, no tendremos que darnos prisa por acabar todo lo del plato hasta que se le vea el dibujo, ni estar estático en la mesa. Todos sabemos que lo mejor pasa debajo de ella.

Así que, amigos, mientras me hago mayor seguiré las leyes de la alimentación adulta con tristeza y desilusión. Pero con la esperanza de que la siguiente moda pasajera y estrafalaria en los fogones acerque mis principios a la cocina de alta categoría.