De cuando me castigó mi padre y me hice empresario

Como te contaba el otro día, mi padre me castigó y en consecuencia yo me hice empresario (te lo explicaba aquí).

Quizás pienses que por ser un niño no tengo iniciativas empresariales ni emprendedoras. Pero siento decirte que estás muy equivocado.

Si te hablo de Ryan Ross que con sólo ocho años ya tiene cuatro empresas o de Henry Patterson que con nueve años ya va por su tercera empresa, ¿a que cambias inmediatamente de impresión?. Ya te gustaría haber sido así de creativo en tu infancia, pero no dejes que tu pena amargue la ilusión de tus hijos. Confía en mí.

Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/1765354/0/empresario-mas-joven/mundo-tercera-empresa/henry-patterson/#xtor=AD-15&xts=4..... y de ..... ¿a que cambias inmediatamente de impresión?. Ya te gustaría haber sido así de creativo en tu infancia, pero no dejes que tu pena amargue la ilusión de tus hijos. Confía en mí.

Mi actividad empresarial se enfocó en el mundo de la estética. ¿Porqué no? me dije. Y así fue como nació mi empresa de Tatuajes.

Al principio fue algo familiar. Todo invitado de dos piernas que osaba entrar en casa, salía obsequiado con un magnífico ejemplar de mi poderosa estilográfica. Y el que repetía en las visitas, pues además, lo intimidaba con mi tarifa "familiar" de precios.

Poco después, habida cuenta de los importantes ingresos alcanzados, vi que el negocio debía expandirse por el ámbito local, y así fue como abrí mi primera sucursal en el colegio.

Durante los primeros días mi idea revolucionó el patio. Rápidamente tuve que abrir oficinas, dar cursos de formación a compañeros de clase para trabajar bajo mis órdenes, y crear un catálogo "oficial" de servicios.

La actividad era frenética. Tuve que ampliar diseños, colores e incluso texturas.

Y cuando algo funciona, pues ya se sabe, nace el fenómeno "competencia". Sabemos que las industrias poderosas suelen acabar comprando las grandes ideas de pequeños emprendedores, como yo, gracias a grandes inversores externos. Pero ese no fue mi caso. 

A mí directamente me plagiaron. Los niños de dos cursos más arriba se hicieron con el mercado gracias a sus abusos, su temeridad y sus amenazas a los clientes. Yo no estaba preparado. No tuve la previsión suficiente para formar un equipo de abogados que defendieran mis intereses bajo la misma "ley". 

Pero soy VENCEDOR. Sí, sí, como has leído.

No me he convertido en un empresario de éxito -todavía-, pero he logrado vencer la presión, los nervios y mi etapa de morderme las uñas, que no es poco.

Como premio mi padre me ha devuelto mi PSVita. Así que es el momento de recuperar el tiempo perdido jugando y, mientras mis empleados me confiesan fidelidad, es hora de pensar en una nueva estrategia empresarial. No te parece?