Bibliotecas, librerías y otros vicios

El ser humano tiene vicios. A cualquier edad. No te sonrojes.

En la infancia, que es lo que yo domino, hay quién se va de parques, como otros se van de bibliotecas. Los hay que salen de chiquiparks y otros que salen de librerías. Y es que en esto de la infancia hay gente para todo.

Yo, con diez años, de lo primero conozco lo justo, pero de librerías y bibliotecas soy un adicto. 

Voy por la calle, con mis padres, veo una librería y para allí que se dirigen mis pies como si un imán los arrastrara hacia su escaparate. Una vez que tropiezo con el cristal me paso horas llenándolo por completo de vaho, de marcas de dedos y de huellas de nariz. Lo dejo irreconocible, dice mi madre abochornada.

Érase una vez ... cuando escucho estas palabras algo se remueve dentro de mí. Es como un interruptor que enciende la luz de la intriga y la emoción. 

Pero hay más. Mi madre dice que ella también lo siente. Y eso me preocupa. Si además de parecernos en 7 grandes calamidades de las que os hablé aquí, ahora resulta que se emociona como un infante ... algo no funciona. 

A través de las aventuras soy capaz de experimentar grandes sentimientos: la justicia, la valentía, la lealtad... y dice mi padre que a fuerza de leerlos algo de esa esencia me quedará. Tú lo crees?

Yo sé que me divierten pero que también me ayudan a comprenderme y a interiorizar valores positivos de superación, confianza, autoestima... proporcionándome herramientas morales, emocionales y relacionales.

Siendo así, ¿porqué los adultos no recuperáis la lectura de los cuentos de vez en cuando para cimentar vuestros valores y seguir creciendo? 

Los cuentos no son fantasía. Son reales. Y ya sé que los dragones con fuego no existen, pero me enseñan que se puede vencer a los dragones.

Y dime, ¿quién no tiene dragones en su vida para vencer?