¡ Qué asco, esto no me lo esperaba de mi bonito bebé !

Todos sabemos que desde el momento en que yo - un bonito, requetearrugado y pegajoso bebé alien- nazco, nada vuelve a ser como antes. Incluso el asco se disuelve entre tanta oxitocina. 

Cuando por fin logro salir de esa cavidad húmeda donde he sido alimentado y cuidado por la portera placenta y el repartidor de líquido amniótico (os lo expliqué aquí) lo que me espera es una auténtica función circense familiar.

Todo el mundo me mira, me acaricia, me tapa y me tapa y me vuelve a tapar (queridos familiares si vosotros sentís frío no la paguéis conmigo).

Desde la concepción, soy el centro de atención de mis progenitores y protagonizo todas las sesiones familiares, las fotográficas, las escolares y las médicas.

Soy el amo absoluto. 

Si tienes alguna duda sal a preguntar a tu vecino de enfrente ¿quién eres? Él, gustosamente, y sólo en caso de que te abra la puerta sin sospechar de tí (no vayas en pijama), te responderá que "eres el padre de X". Ni siquiera sabe tu nombre!, salvo que seas el presidente de la comunidad, claro.

No debes extrañarte. Es difícil competir conmigo. Soy un bebé de aspecto esponjoso, frágil y tierno, cuyas actuaciones son inolvidables. Nadie, que haya compartido conmigo algunos minutos de mi crecimiento, ha olvidado jamás ninguno de los siguientes momentos: 

1. Llevo los mocos colgando alegremente sin miedo, sin vergüenza, en continuo movimiento y sin pañuelo (¿qué es eso?). A lo loco de todo! Cuál troll simpático y gracioso. Si haces aspamientos delante de mí, no podré más que pensar que quieres que me ría, y te confieso que si abro la boca para sonreír, chillarás.

2. Babeo como si un río desbordara su caudal. Litros y litros de baba cuya fabricación es autónoma, sin iva y sin irpf ... Si me coges en brazos, déjame que te advierta del riesgo de que este "aspersor" inunde tu hombro. Si quieres un beso, será de babosa. Y todo para qué? Para que un pequeño e insignificante diente quiera salir de mi inflamada encía. ¡Por lo menos fuera definitivo!

3. Vomito estrepitosamente y sin compasión, como una bomba de riego. Todo mientras mi madre estira los brazos hacia mí con ganas de taponarme la boca. Pero reflexiona y antes de llegar a posar sus dedos en mí, piensa ¿qué pasará con lo que no logre salir por su boca? ¿por dónde saldrá? En ese momento de indecisión ya está cubierta del gelatinoso pringue. Una sonrisa mía aliviará el momento.

4. Hago pis con libertad en el instante en que los adhesivos laterales del pañal se abren, el algodón cae y todo mi "pipí" queda al fresco. Da igual que estemos en un parque, en el cambiador de un centro comercial o, mi preferido, en la consulta del pediatra. Nada produce más placer que una micción anárquica. 

¿Y tú, tienes algunos momentos inolvidables de tu bebé que confesar?  ¿Te han puesto en algún apuro? 

Consejo para papás y mamás:  Sólo disfrutarás totalmente de la maternidad/paternidad en cuanto asumas que tu bebé ha conseguido que pierdas tu identidad y tu buena imagen. No es nada personal, tan sólo fraternal.

Autor y creador de entrada y dibujo:

Hugo: un simpático crío de 10 años, atacado de deberes del colegio, con grandes dotes para el análisis irónico de la infancia. Te conquistará!