Surfear con tu madre es posible

Llega el día en que tus padres quieren que sientas la misma pasión que ellos por las cosas que les gustan: la lectura, la natación, los viajes, los idiomas, la gastronomía, la música, la pesca, el cine, los deportes, el vino... (bueno eso aún no... a pesar de mi insistencia).

Y otros días en los que quieren que descubras nuevas experiencias. Es ahí que una mañana mientras el desayuno trataba de alcanzar mi estómago, mi madre nos dijo a mi padre y a mí: 

- Chicos el sábado vamos a disfrutar de una jornada completa descubriendo el surf
- Surf?
- Sí. Vereis qué divertido! 

Cuando ves a tu madre así de feliz, es mejor que no opines sobre la edad que ya tiene, sobre su limitada experiencia marítima, sobre su escasa psicomotricidad al monopatín... 

Cuando ves a tu madre ilusionada, lo único que puedes hacer es sonreír, abrazar su idea y seguirle el rollo.

Cargados de ilusión y con un nudo de emoción apretándonos el estómago llegamos una mañana de sábado a la batida Playa de Razo en A Coruña. Sus aguas "frescas" del Atlántico y el equipo de ArtSurfCamp nos esperaban encantados para ofrecernos sus conocimientos. No sabían lo que les esperaba. Ni yo tampoco, la verdad.

Mi madre con aquel neopreno ajustado os aseguro que era mejor que se metiera rápidamente en el agua, pero no iba a ser tan sencillo. Los instructores aún tenían que darnos unas lecciones teóricas para aprender a conocer el mar y practicar con la tabla sobre la arena. Y ahí estaba ella encantada con la idea de hacerlo bien, porque la teoría, querido amigo, se le da de maravilla. 

 
Yo entusiasmado con mi tutor, asimilé todos sus consejos y explicaciones para entrar con ánimo en el mar. No encontraba el momento de hacerlo, hasta que vi que mi madre ya entraba. 

Me quedé sentado en la arena mirándola. Observándola. Una y otra vez el mar la volteaba y ella se levantaba volviendo a entrar al mar, que entusiasmado la escupía. Una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez. Perdí la cuenta. 

Llegó mi turno de entrar al mar y disfrutar. 

Al salir, una ducha y una estupenda comida casera nos esperaban en el edificio ArtSurfCamp. Hay que ver qué equipamientos tiene esta gente con alojamiento -para quedarte el fin de semana, un puente o una semana de campamento-, zona de ocio interior, zona exterior con solárium, juegos de equilibrio ... yo me quiero quedar a vivir aquí. 

Durante la comida mi madre no dejó de hablar de lo bien que se portaba su monitor que le corregía el movimiento, la posición y la animaba a intentarlo de nuevo. Gente de todas las edades allí en el comedor hablando de sus experiencias y animándose entre sí, con el brillo del sol colándose por la ventana como un comensal más.

Antes de volver al mar, disfrutamos de un rato de sus instalaciones exteriores para el ocio, que no sólo invitan a las relaciones sociales sino que ayudan a incrementar el equilibrio corporal para mejorar la técnica del surf.
 
Nuevamente en el agua, cada uno continuó experimentando las sensaciones de lo aprendido. Nadando sobre la tabla, alcanzando el lugar correcto para esperar la ola perfecta. Y al llegar, bracear a tope, colocar los pies, subir el tronco, alzarse de pie y disfrutar montado en tu tabla cabalgando las espumas del mar hasta la orilla.

Esto es el surf.  
Un vínculo irrompible entre el mar y tú.

No importa la edad que tengas. Cuando lo pruebas, te conquista y te atrapa.  

El instructor, los compañeros y yo mismo, una vez fuera del agua, sentimos un nexo de unión especial entre nosotros. En ArtSurfCamp lo saben. Lo refuerzan organizando para todos, al final de la jornada -ya duchados, vestidos y merendados-, una sesión de relajación, respiración con apneas y equilibrio corporal dirigida por un monitor especialista. El objetivo principal es desarrollar estos conceptos que luego nos ayudarán a enfrentarnos a las incertidumbres del mar con serenidad y fortaleza.

Aplausos, sonrisas y abrazos para despedir la jornada surfera. 

Nostálgico y feliz reanudo mi viaje de vuelta lleno de satisfacción. Con la firme decisión de volver (un fin de semana largo). Tan sólo tengo que convencer a mi madre, pero creo que la tengo en el bote, no te parece?

Nuestro agradecimiento a Pablo -por la atención, la conversación y la cercanía-, a Manuel, a Berta, a Silvia, a Andrés, a Antón y a Alejandro. Un equipo de primera categoría. 

"El mejor surfista es el que mejor se lo pasa en la playa", lema de ArtSurfCamp.com

Entrada escrita bajo la perspectiva de Hugo: un simpático crío de 10 años, atacado de deberes del colegio, con grandes dotes para el análisis irónico de la infancia. Te conquistará!