De 11 a 12 años : Qué cambios preadolescentes estoy sufriendo?

Los niños están en continuo cambio y evolución. Su cuerpo, su mentalidad, su maduración, sus habilidades avanzan y necesitan que seamos conscientes para acompañarlos en este viaje de adaptación que para ellos es difícil. ¿O pensabas que sólo tú tienes que adaptarte?

Tengo 11 años, casi 12 y estoy revolucionado. Tengo el pensamiento lógico alterado. Reflexiono más, planifico y resuelvo mejor las tareas escolares -menos las matemáticas que, confieso, son enigmáticas para mí-. También los problemas de la vida cotidiana los entiendo mejor. Quiero ser más independiente de mis padres.  Me inquietan los cambios que mi cuerpo está realizando, me preocupa mi aspecto físico, necesito sentirme aceptado y querido.

¿QUÉ ME ESTÁ PASANDO?

Dice mi madre que es cosa de la hormona. La hormona preadolescente. Una señora eléctrica que quiere crecer dentro de mi cerebro y que va dando chispazos cada vez que engorda y estira. Una especie de fiebre temporal que ha venido para quedarse durante una temporada conmigo a dar guerra revolucionarnos a todos. 

Mi estado de ánimo alegre y optimista, hasta ahora, se volverá inestable. Tranquila mamá, será sólo de vez en cuando, porque en cuanto se asiente la adolescencia será peor, pero te acostumbrarás (y yo también).  

La curiosidad volverá a rebrotar como cuando tenía 2 años y, bueno, no será la época de los "¿Porqués?" pero será una segunda revolución. Me vuelvo más creativo y empiezo a tener un punto de vista crítico y justiciero. Odio tener que reprimir mis impulsos hacia una injusticia, sólo por educación y respeto. Pondré a prueba mis hipótesis y mis juicios morales.

Soy más selectivo en mis intereses. Ahora soy más consciente de lo que me gusta y lo que no. No trates de engatusarme con lo bien que me queda tu jersey favorito, mamá, porque ya no cuela. 

Me miro al espejo más veces de lo que lo he hecho hasta ahora en toda mi vida. No salgo de casa sin peinar, sin repasar y sin reflexionar sobre mi aspecto físico. Afortunadamente aún no me ha salido la primera espinilla -pero sí un punto negro donde mis ojos se concentran cada día unos minutos-. Empiezo a conocerme a mí mismo y a desarrollar mi propia identidad. Según mi madre, tengo mis primeras actitudes rebeldes y, aunque sigo necesitando de la seguridad familiar, me voy volviendo más autónomo.

Mis amigos cobran importancia en mi círculo y busco el respeto de los demás. Soy muy sensible a los juicios de valor que me hacen, y necesito la aprobación del grupo.   
 

¿CÓMO PUEDE AYUDARME LA FAMILIA?

A. No creas que soy egoísta. Soy egocéntrico. Me miro al espejo mucho porque es importante potenciar un autoconcepto positivo y realista. La preocupación por mi imagen física nace por el momento vulnerable que estoy pasando. Pienso que mi valía depende de mi imagen. Compréndelo y acompáñame. No me critiques.

B. Invítame a realizar actividades físicas, deporte. En este momento empieza a formarse la base del sedentarismo y una futura obesidad contra la que podemos luchar desde ahora más fácilmente.

C. Déjame estudiar sólo. Las tareas escolares son más exigentes, por lo que trabajar en buenos hábitos de estudio es imprescindible, aunque mis notas bajen al principio.

D. Quiero opinar y que se me valore. Mis habilidades de organización y planificación se están incrementando, por lo tanto es un buen momento para entrenar la resolución de problemas de forma más creativa y crítica.

E. Mantén el interés por las cosas que me gustan, por los proyectos de vida, por descubrir mis talentos y apóyalos aunque interfieran con los tuyos.

F. Quiero ser más autónomo. Intento enfrentarme a situaciones de forma independiente para lo que es bueno desde casa incidir en el sentido de la responsabilidad y el deber, para que mi autonomía sea responsable.

G. Enséñame el altruismo. La preocupación por la justicia, el deseo de participar en la sociedad y alcanzar unos ideales empiezan a incorporarse en mi aprendizaje de la convivencia.

H. No me juzgues porque empiece a tener curiosidad por el sexo opuesto. Aún no hay mujer más importante que tú, mamá, no te preocupes.

I.   Ayúdame con las habilidades sociales y la asertividad. Estas herramientas son clave para un buen funcionamiento en mi relación de iguales en un entorno de respecto.

F. Anímame, compréndeme y espera de mí grandes cosas.  
 

¿QUÉ PUEDE HACER LA FAMILIA PARA SUPERAR CON ÉXITO ESTA ETAPA?

1. Aprende un buen abanico de técnicas de respiración, yoga, taichí, mindfulness y todo aquello que pueda ayudarte a controlar tus impulsos. Créeme, todas son pocas.

2.  Adopta un pensamiento constructivo viendo en la reacción de tu hijo una enorme tormenta cerebral. No es él. Es su hormona la que actúa y habla contra tí. Recuerda que tú también la superaste, así que sé solidario.

3.  Piensa que TODO pasará, incluido esto.


Fuentes de inspiración para este artículo: "El talento de los adolescentes" y "El Cerebro Infantil" de Jose Antonio Marina y "Programa de Apoyo al Ámbito Familiar"